Día 1 sin mamá

Mamá me ha dicho que escribiera este diario. Que eso me ayudará a pasar el tiempo mientras no podamos vernos, y de paso, luego podré contarle todo lo que me vaya pasando y que no llegaré a decirle en su llamada diaria.

Día 5 sin mamá

La abuela dice que no podemos hablar mucho rato con mamá. Que nos llama cuando llega a casa, muy cansada después de trabajar todo el día. Que tiene que dormir. Entonces tenemos que turnarnos ella, Eva, Lucas y yo. Solo me tocan dos o tres minutos. Todavía no me he animado a decirle cuanto la quiero.

Día 7 sin mamá

Hoy la gente ha empezado a aplaudir en los balcones a las ocho. La abuela nos ha dicho que aplauden a mamá y salimos los cuatro con los abrigos puestos y aplaudimos hasta que nos duelen los brazos. Lucas es el que se cansa primero y le pregunta a la abuela si está segura de que están aplaudiendo a mamá. “Sí, cariño”, dice la abuela. “A mamá y a todos los héroes que cuidan de los enfermos y luchan contra el virus”. “¿Mamá es como Superman?”, pregunta Eva. La abuela asiente. Yo sé que mamá no tiene capa ni nada. Le miente a Evita porque es pequeña y se lo traga todo.

Día 10 sin mamá

La abuela nos enseñó a hacer magdalenas, nos ha dicho que eran el dulce preferido de mamá cuando era pequeña. Hoy, cuando ha llamado, nos hemos peleado por ser el primero en contarle lo buenas que nos han salido. “Mmm qué rico” ha dicho mamá. Le prometimos que cuando podamos volver a casa con ella, haremos un millón de magdalenas.

Día 12 sin mamá

Hoy me ha animado a decirle que la quiero mucho. No sé, ya tengo ocho años, cada vez me gusta menos que me ande besuqueando todo el tiempo. Pero hoy me hubiera encantado que lo hiciera. Me prometió una guerra de cosquillas cuando regresemos a casa.

Seguimos saliendo al balcón a las ocho. Ya no llevamos abrigo, y es de día. Entonces es más fácil ver que al rato de empezar a aplaudir a la abuela se le caen las lágrimas. Es una pesada, pero a ella también la quiero.

Día 15 sin mamá

Nos pregunta siempre si estamos haciendo las tareas que nos pasan los profes. Evita es demasiado pequeña y no le dan tareas. Pero me preocupo de que Lucas y yo estemos al día.  Para poder decirle que sí, que lo estamos haciendo todo. Si le decimos eso, se nota que se tranquiliza. Dice que nos extraña, pero que ya falta menos. Que no hagamos regañar a la abuela. Y que se va a dormir, que mañana madruga mucho otra vez.

Día 18 sin mamá

Hoy la abuela ha estado hablando cinco minutos con mamá. Se ha encerrado en la cocina y no nos ha dejado escuchar. Solo nos dejó mandarle besos y abrazos todos juntos con el micrófono abierto. Dijo que mamá estaba muy cansada y que tendría que quedarse en casa unos días. “¿Podemos ir a verla, entonces?”, pregunté entusiasmada. “No, cariño, no podemos” dijo, y luego se enjugó con disimulo dos lágrimas como hace siempre después de los aplausos en el balcón.

Día 20 sin mamá

Ahora mamá nos llama desde casa. Le han dado unos días libres. Pero se ve que ha trabajado demasiado, porque está muy cansada. No deja de recomendarnos que hagamos las tareas, que nos portemos bien. Habla como si acabase de correr una carrera. Le pregunto si estaba haciendo gimnasia. Me dice que no. Que está un poco cansada, pero que se le pasará.

Día 21 sin mamá

Hoy mamá ha hablado un rato más largo con nosotros. Habla con todos a la vez, parece que eso la cansa menos que repetirnos lo mismo a uno por uno. Nos ha prometido que el año que viene, cuando yo cumpla los nueve, Lucas los once y Eva los cinco, nos iremos los cuatro a Euro Disney. Nos pusimos a saltar y gritar como locos. Y ella empezó a toser y toser. La abuela quitó el micrófono abierto y siguió hablando unos minutos con ella encerrada en la cocina.

Día 22 sin mamá

Antes de levantarnos, cuando la abuela todavía no había venido a llamarnos para desayunar, Lucas y yo estábamos despiertos. “Mamá se lo ha pillado”, me ha dicho. “¿Que mamá queeeé?”. “No seas tonta, nena, que tiene el coronavirus y se va a morir. ¿No ves que la abuela no quiere decirnos nada?”

Entonces entró la abuela y levantó la persiana. “A ver esos remolones… que tenemos pan recién tostado…”. “Abuela, ¿es cierto que mamá se ha contagiado” pregunté temerosa de que dijera que sí, o de que se enfadara por creer las tonterías que dice mi hermano. Ella se sentó en mi cama. Lucas se bajó de la litera y se sentó a su lado. “Sí, es cierto. Pero se pondrá bien”.

Día 25 sin mamá

Hoy mamá tampoco ha llamado. Lleva tres días sin hacerlo.

Día 28 sin mamá

Seguimos saliendo al balcón a las ocho para aplaudir a todos los que están cuidando de mamá en el hospital. Ahora aplaudimos todavía más fuerte que al principio. Luego nos cogemos las manos limpias y relimpias de tanto lavarlas y cantamos la canción esa que pone a todo volumen la del edificio de enfrente. Yo mucho no la entendía, pero cada vez la voy entendiendo mejor.

Día 30 sin mamá

Hoy mamá ha vuelto a llamar. La abuela tenía razón. Puede que no tenga capa, pero mamá es un superhéroe.

Hoy el balcón a las ocho ha aparecido lleno de primavera.

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