Y llegó el día. La séptima final anual de Relatos en Cadena consecutiva. Un hito, una nueva posibilidad, pero, sobre todo, otra oportunidad de disfrutar de un día grande para cualquier microrrelatista. La visita a la Escuela de Escritores, el conocer o re-conocer al resto de finalistas, la comida compartida, las anécdotas, los nervios confesados, los que van por dentro, la expectativa, la alegría de formar parte de algo único un año más. La llegada a la radio, la visita a la codiciada terraza, el abrazo de bienvenida de Francino, las risas, las preguntas esperadas y a la vez sorpresivas, las noticias, la publicidad, el estómago apretado, el momento. La sorpresa: mi nombre pronunciado, mis “Sueños rebeldes” ganador de la XVI edición de Relatos en Cadena, los aplausos, los abrazos, un cheque gigante con un 6000 dibujado, la cima alcanzada. Tanto intentarlo, tanto perseverar, tuvo su recompensa.
Después, la despedida, ya no hasta la próxima, como los otros años, sino hasta siempre. Ya no habrá otro julio con un día marcado brillante en el calendario, pero sí habrá muchos que recordar. Porque tuve la fortuna de vivir muchos lunes de julio especiales. Y que este haya sido el último, representa un objetivo logrado. Aunque ahora la nostalgia sea grande, son tantas las cosas que me llevo de este paso por Relatos en Cadena, tantos aprendizajes, tantos amigos, tantos momentos maravillosos, que sé que ha valido completamente la pena el esfuerzo invertido en llegar hasta aquí.
Aquí puedes ver cómo ha transcurrido la final.
Aquí puedes ver la crónica en la página de la SER.
¡Enhorabuena Elvira, David y cada uno de los finalistas con los que he podido compartir algo tan especial!
También por aquí, muchas felicidades. Debes estar muy orgullosa, eres un ejemplo de perseverancia.
El relato es fantástico.
Disfruta el premio.
Un abrazo fuerte.
¡Muchas gracias, Yolanda! Otro abrazo para ti.